martes

Hablemos un poco del Nonsense...

     En este apartado queremos tratar de qué manera caló la narrativa nonsense en la obra “Alicia en el País de las Maravillas”. Esta obra reta al lector a jugar con sus interpretaciones y simbologías, añadiendo el truco que emplea el autor para dejarnos atónitos. Esta obra rompe con los esquemas de nuestra realidad y nos introduce en un mundo de fantasía y misterio dejándonos totalmente perplejos igual que a la protagonista: "¡De algún modo, parece llenarme la cabeza de ideas, sólo que no sé exactamente qué ideas son!"
      
Alicia en el País de la Maravillas se trata de una narración fantástica, humorística e infantil que esconde una incógnita a descifrar, la cual sería su género. Sin duda alguna el mundo imaginario y original de este tipo de obras es mucho más complejo que el de otras obras tradicionales.
     En estas obras como podemos comprobar, se emplea durante toda la narración el humor británico, lo cual resulta muy interesante de examinar. El concepto de humor es muy relativo según en el contexto social en el que estés, es decir, es una seña de identidad cultural. Un ejemplo muy propio sería cuando vemos una película inglesa de “humor” y cuando nos piden nuestra opinión decimos “Bueno, no me ha gustado mucho porque no le veía la gracia…” es decir, que cuando la película es traducida a otro idioma diferente al de origen pierde todo el humor que llevaba implícito la original.
     Analizando este aspecto en profundidad podemos apreciar las diferencias culturales y cómo estas están vinculadas al humor de las personas. Los hispanos hablantes cuando vemos una película esperamos salir con llorando sin parar y con la garganta desgastada.  No nos cuadra asistir al cine a ver una película de humor e irnos con la media sonrisa.
     Ahora nos deslizaremos al pasaje clandestino de Alicia. Su autor Lewis Carroll pertenecía a la época victoriana, en la que Inglaterra era la terrateniente del planeta. Los artistas de aquella época no debían mostrar preocupación alguna  por el continente donde difundieran sus obras, no tenían obstáculos de ningún tipo.
     La obra de Alicia está repleta de elementos identificativos de la cultura inglesa: croquet, horas de té, refranes ingleses, personajes locales.
     La fantasía y el nosense van unidos de la mano. El título de la obra “Alicia en el País de las Maravillas” nos sitúa en el planeta fantástico del relato infantil, lo cual se conoce como género feérico o cuento de hadas. Carroll aprovechó este recurso dándole un toque personal, incluyendo aspectos de su cosecha, pero no se considera este el modelo de su relato. Con esto me remito a sus palabras: “en un desesperado intento de crear una nueva forma de género feérico…”
     En la sociedad de la Inglaterra del siglo XIX estaba muy influenciada por el moralismo general que solicitaban y demandaban los educadores. Sólo se consideraban aptos los libros que infundían buenos modelos de conductas. Carroll enfocaba las lecturas de sus niñas con fines placenteros, sin tener fijación en la utilidad que pudiera tener, es decir su intención era entretener a los lectores, sus lecturas tenían una finalidad lúdica. Según Gillian Avery, un estudioso inglés de cuentos infantiles de aquel siglo “el encantamiento en tale sobras afecta sólo a la maquinaria sobrenatural. Faltan en estos escritos altura imaginativa, un escenario mágico, una caracterización original. Invariablemente se usa lo sobrenatural con fines morales, no porque los escritores sientan un interés intrínseco en ello”.
     La fantasía de este libro comienza cuando la protagonista introduce la cabeza en la madriguera persiguiendo al Conejo Blanco. Muchos de los personajes que están en la obra se representan humanizados, utilizan vestimenta y tienen pensamiento y habla, junto con otras capacidades. Otra de los aspectos de la obra que resaltan son los gatos, que son nombrados y recordados por parte de Alicia durante la obra, resaltando la gran sonrisa del gato. Además en esta obra lo fantástico se vuelve realista en el mundo de Alicia, incluso la propia protagonista lo llega a ver normalidad. Alicia sufre muchas transformaciones en cuanto al crecimiento, lo que le lleva a acostumbrarse. Un párrafo donde se refleja claramente es cuando el Lirón se le queja en el juicio de que lo está oprimiendo con su exagerado crecimiento y Alicia contesta:

    
“- No puedo remediarlo – dijo humildemente Alicia -: estoy creciendo.
- No tienes derecho a crecer aquí – dijo el Lirón.
-  No digas tonterías – dijo, con más decisión, Alicia -: también tú estás creciendo, bien lo sabes.
- Sí, pero yo crezco a un ritmo razonable – dijo el Lirón -: no de este modo. – Y enojado, se levantó y se marchó al otro lado de la sala.”

      Carroll rompió totalmente los esquemas que se tiene de cuentos tradicionales de hadas, llenando la obra de ambigüedad, fantasía y locura, como por ejemplo la conversación que hay sin sentido en el “feliz no cumpleaños”.
     El autor refleja muy bien en la obra la Inglaterra victoriana, con la vestimenta de la niña, la educación que tiene, típica de las clases altas de Inglaterra.
    Otra las ambigüedades que se representan en la obra y que de nuevo vuelve a diferenciarse de los cuentos de hadas tradicionales, es que no se clasifican entre “buenos” y “malos”, sino que existe una gran variedad de personajes alocados, hablando conversaciones sin sentido, lo cual al comienzo de la obra desconcierta al lector. En las obras que escribe Carroll lo que más resalta es la insensatez que impera en estas, siendo en este caso sensatez sinónimo de racional. La obra Alicia en el País de las Maravillas contiene muchas poesías, todas ellas sin sentido, pudiendo darse el caso que para algún lector si que lo tuviera. En todo caso son absurdas, disparatadas y divertidas. Tal sucede, precisamente, con los mediocres poemas morales que acuden a la mente de Alicia, y que esta con mucha vergüenza se le alteran en versos disparatados. Todo lo dicho viene a raíz del autor, ya que le encantaban la fábula, lo cómico, la lingüística y particularmente la lógica.
     Esta obra, además de pertenecer a los cuentos de hadas, también es clasificada dentro de la literatura fantástica, ya que introduce seres irreales, animales que hablan y razonan.
     Cabe destacar en las obras de Carroll, el sinsentido que predomina en estas. El sinsentido siempre se ha asociado a algo negativo, ya que al cerebro no le parece lógico siendo seres racionales. Carroll rompe con la estructura del lenguaje, lo que provoca el resultado de algo sinsentido, es decir, el autor quita la vinculación que tienen las palabras con el significado, por tanto el sentido es la combinación lógica de cosas conocidas por alguien, cuando no por todo el mundo. Edward Lear, en el siglo XIX fue el propulsor del puro sinsentido. Las frases que hacía este escritor no tenían sentido alguno, al menos que el objetivo se establecer significado sin sentido alguno.
     Tanto a Carroll como a Lear le encantaba el sinsentido, pero tuvo que aprisionar en sueños.
¡Saludos!

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